sábado, 16 de junio de 2012

Sangre y barro

Cuando las brumas comenzaron a disiparse quedó claro que los ogros, orcos y guerreros de Tzeentch se enfrentarían sin descanso bajo el axfisiante calor y la pegajosa humedad de las ciénagas.

Los ogros y orcos se encararon mientras que los guerreros del caos trataban de flanquear a sus dos contendientes, y se alejaban de los pieles verdes todo lo que podían.

Los orcos comenzaron a avanzar dificultosamente por los pantanos, mientras que los jinetes de jabalí se lanzaban contra los mastines del caos que Jorum había enviado como avanzadilla. Aunque ralentizados por las aguas fétidas no pudieron llegar hasta ellos. . Los proyectiles de las catapultas y los goblins voladoresn silbaron hacia las líneas enemigas y acabaron con uno de los jinetes de dientes martirio de Draggak. Mientras, las energías de Gorko y Morko alteraron los vientos de la magía para ponerlos al servicio de Zululu y los chamanes goblin.

Las huestes del caos avanzaron hacia el flanco de los ogros  mientras que enviaban a los mastines hacia el garrapato espachurrador del flanco de los orcos y enviaban otra unidad de mastines apoyarlos. Los cañones del caos expulsaron su fuego impío sin causar estragos en las líneas enemigas. Jorum invocó los poderes del caos y confundió las mentes de sus enemigos infundiéndoles un desconcierto arcano a sus enemigos. 

Los ogros trataron de llegar hasta las líneas de los orcos, pero a causa de los barrizales tan solo un diente martirio llegó hasta las líneas enemigas. Los yehtis trataron de atrapar a los mastines del caos mientras atravesaban a grandes zancadas los pantanos pero no pudieron conseguirlo. Los Trotamundos dispararon una descarga de sus pistolas cargadas con proyectiles de puntas rellenas con venenos exóticos e hirieron a la  gran araña de los goblins. El Escupehierros descargó su carga de plomo contra ella de nuevo y la despedazó con sus balas de cañón gigantescas. El jinete de diente martirio causó estragos en la unidad de orcos, que no pudieron acabar con él y decidieron escapar.

Los jinetes de jabalí volvieron a lanzarse a por los perros, despezándolos con sus grandes armas de silex y obisidana. Los garrapatos espachurradores se dirigieron hacia el frente. Mientras que el resto del ejército tomaba nuevas posiciones. Los orcos grandotes recompusieron filas para esperar de nuevo la carga del jinete diente martirio. Los vientos de la magia no fueron demasiado favorables, pero consiguieron acabar con las energías caóticas que confundían a las tropas. Los disparos trataron de derribar a los mastodontes gélidos de los ogros. 

El cañón de los enanos del caos se lanzó enloquecido contra los jinetes de jabalí. haciéndoles huir hacia el resto del ejército orco. Los goblins prefirieron alejarse del peligro y también huyeron. Los mastines se lanzaron contra el garrapato espachurrador y casi fueron masacrados por el frenesí y las cadenas de la bestia orca. 

Los yehtis alcanzaron por fin a los mastines y los despedazaron para luego alejarse del frente de batalla del caos. El diente martirio de nuevo hizo huir a los orcos que decidieron correr fuera de los pantanos de vuelta al imperio de Crazcar. Los disparos de los orcos trataron ahora de acabar con el garrapato espachurrador que se aproximaba al grueso de la línea de batalla de los ogros. Por su parte, el escupehierros acabó con uno de los engendros demoníacos de los enanos del caos. 

Los orcos recompusieron sus filas y se encararon contra la línea de batalla ogra que amenzaba todo su frente. Tampoco volvieron a favorecerles los vientos mñagicos y los disparos no pudieron tumbar ninguna bestia más. 

De nuevo los guerreros de Tzeentch avanzaron y el cañón del caos rugió contra sus enemigos, pero no decantó la balanza a su favor. Al igual que los vientos de la magia se volvieron contra Jorum que casi es arrastrado hacia los reinos de su dios por un torbellino de energía mágica.  Los bárbaros se encararon contra los yehtis que amenazaban la retaguardia del caos. 

Los ogros trataron de cargar a los orcos negros pero perdieron su ímpetu al correr por los embarrados terrenos de las marismas. El escupehierros alcanzó al otro cañón del caos pero apenas aboyó sus maquinarias arcanas. Los ogros que guardaban el flanco se lanzaron a la desesperada contra los guerreros del caos que se aproximaban hacia ellos. Los ogros de Draggak fueron masacrados a pesar del apoyo del frío entumecedor de un Colmillos Trueno, que acabó rodeado por los guerreros del caos que perseguían a la unidad ogra. Crazcar fue alcanzado por una descarga de los comehombres pero apenas recibió un rasguño. 

Los orcos negros se lanzaron contra los Babosos de Ugluk y los diezmaron para luego pasar a cuchillo a los supervivientes que trataban de huir de ellos. Los jinetes de jabalí trataron de atrapar al diente martirio que se alejaba por el flanco, pero no pudieron llegar hasta él. Sin embargo los proyectiles de sus máquinas de guerra acabaron con el jinete solitario. Los orcos salvajes de Crazcar avanzaron hasta un pantano movedizo y tomaron posiciones entre sus aguas.

El caos trató de acabar con la bestia gélida pero está aguantó, causando grandes bajas entre los guerreos de Tzeentch. Los bárbaros mataron a los yehtis, dejando la retaguardia a salvo. El resto del ejército del caos continuó avanzando. 

Los Tripasférreas de Draggak cargaron contra los orcos salvajes apoyados por los dientes martirio, pero al adentrarse en el traicionero pántano, el Maestro Carnicero fue arrastrado al fondo sin que ninguno de sus ogros pudiera ayudarle. Los orcos salvajes acabaron machacando a los Tripasférrea aunque sufrieron abundantes bajas. A pesar de ello los Tripasférreas, se mantuvieron firmes para vengar a su señor. Finalmente el cañón del caos fue destrozado por la descarga del Escupehierros.

Las huestes del Caos siguieron avanzando y Jorum desató los fuegos de Tzeentch contra los Orcos Negros supervivientes. Y el mastodonte helado de los ogros acabó muerto por los frenéticos golpes de los guerreros de Tzeentch. 

Los Tripasférreas supervivientes fueron masacrados por Crazcar, mientras que los goblins nocturnos y la vagoneta de ataque desmembraban al último de los dientes martirio. El colmillotrueno cargó contra los goblins nocturnos pero no pudo avanzar por las fangosas aguas. 

Los orcos de Crazcar se lanzaron contra el monstruoso mastodonte. Sin embargo el frío que desprendía la criatura hizo que ésta descargara su irá cobre Zululu que cayó aplastado por sus golpes. Crazcar cercenó la cabeza del monstruos y de sus jinetes con su hacha del Waaghh. Los orcos negros se dispusieron a recibir la carga de los guerreros del Caos. La catapulta arrojó una última piedra e hirió al acólito de Jorum. 

Los guerreros de Dragnak, el general del caos, avanzaron contra los orcos negros. Ambos portaestandartes se enfrentaron en combate singular. Pero el orco negro machacó al guerrero del caos y partió en dos su estandarte ímpío. El comendante de Tzeentch y sus guerreros dieron cuenta del resto de los orcos negros y atraparon al portaestandarte cuando trataba de reagruparse hacia Crazcar. Cuando los vientos de la magia se arremolinaron alrededor de Jorum para tratar de lanzar un hechizo, se oyeron la aguda risa de sus dioses cuando un implosión mágica sacudió el campo de batalla y se llevó por delante al acólito del gran hechicero del Caos.

Los comehombres se lanzaron contra Dragnak y sus guerreros y sufrieron la ira del comandante. Börak, el panzafuegos murió y el resto de los ogros fueron despedazados. Dragnak prosiguió su marcha hacia los goblins nocturnos y los templetes del caos se unieron a él para apoyarle. A pesar del aguante de los piles verdes y de sus redes, los goblins acabaron huyendo de las huestes del caos. Mientras El escupehierros decidió tratar de cargar contra la diezmada unida del caos que avanzaba hacia él. Pero el agotado rhinobuey prefirió frenar su carrera y salir corriendo hacia la única defensa aparente en los alrededores. 

Mientras los ejércitos recomponían sus líneas, vieron como el rhinobuey se dirigía al antiguo templo de los Striggoi. No se habían dado cuenta de que las brumas se habían levantado y que ahora les mostraban su objetivo: Morgheim. 

Dragnak ordenó a sus huestes retroceder y poner rumbo hacia las ruinas. Crazcar miró a sus escasas fuerzas, mandó recoger al malherido Zululu y lanzó un grito de guerra. No estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. 

Cuando las fuerzas de ambos ejércitos se alejaban hacia los aledaños de la maldita ciudad, una mano emergió de entre las aguas cenagosas. Draggak había vuelto de las profundidades y había regresado cambiado... Nada podría hacerlo retroceder después de lo que había contemplado...






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