miércoles, 4 de abril de 2012

La batalla por Cuerno Ensangrentado

El silencio de la noche empezaba a romperse con el griterío de las mesnadas pielverde que se colocaban en las almenas dirigidas por los mamporros de los orcos negros.

Los asaltantes iban recomponiendo sus filas y aproximando las máquinas de asedio terminadas durante la noche. Las tropas del Caos se colocaron frente a la puerta apoyadas por algunas huestes de ogros y por el gigantesco Colmillos trueno. Junto a ellos dispuestas a tomar la otra torre frontal estaban los tumularios no muertos y Troggol con su jauría de dientes de sable.

El tiempo de asedio y la falta de provisiones habían pasado factura a las tropas Orcas y sus unidades estaban diezmadas. Los encantamientos lanzados por el nigromante de los Vampiros consiguieron que sus espíritus se levantaran para atacar a sus antiguos compañeros desde el interior de la fortaleza. 

De repente el fuego defensivo barrió el campo de batalla destrozando la torre de asedio y golpeando la línea de defensa enemiga. Aún así las tropas se mantuvieron firmes y dispuestas a tomar la fortaleza. 

El ataque de los asaltantes fue feroz y pronto lograron tomar la puerta del Cuerno Ensangrentado gracias a los grandes garrotes ogros y los refuerzos de los colmillos de la gran Bestia ogra, que habían debilitado las defensas orcas. A pesar de ello las huestes del caos habían quedado destrozadas a causa de la férrea defensa de Grazo y del chamán Zululu acompañados de su escolta de orcos salvajes. 

Al otro lado de la fortaleza los tumularios asaltaron una torre del castillo después de que los necrófagos trataran de hacerlo y fueran masacrados. A pesar de que los poderes de ultratumba levantaban continuamente a los no muertos caídos, la unidad no logró tomar la torre y el Vampiro que lideraba la unidad pereció en el intento.

En los muros adyacentes la hueste espectral, los horrores de la tumba y Troggol y sus dientes de sable se estrellaron una y otra vez contra el muro de rebanadoras que defendía la posición. Troggol pereció en el asalto junto a sus criaturas felinas.

Pronto el asedio se convirtió en un combate de desgaste que no parecía inclinar la balanza en ninguna dirección. Los asaltantes se quedaron sin la fuerza suficiente para tomar la fortaleza, pero enviaron emisarios a reclamar refuerzos. Los defensores no podrían soportar otro asalto pero quizás los refuerzos, si es que llegaban, podrían inclinar la balanza.

La encarnizada batalla se alargaba sin llegar a ningún final y fue entonces cuando los líderes de los ejércitos decidieron llegar a una tregua y permitir la salida a los orcos a cambio de algunas de las riquezas que los orcos ya habían recuperado. No obstante desconfiando de los defensores, los pielesverdes decidieron provocar el derrumbe de las secciones interiores de la mina, enterrando las cámaras de tesoros de los enanos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario