domingo, 12 de febrero de 2012

Muerte sobre muerte

Los dos ejércitos se encontraban frente a frente. El silencio de las huestes no muertas, apenas alterado por algún quejido fantasmagórico, contrastaba con la algarabía frenética de los ogros. Inalterables, parecían disfrutar con el hecho de enfrentarse a un ejército que les superaba. Pronto, Droggok soltó a los dientes de sable que estaban ansiosos por llegar hasta el enemigo. Las hordas otras comenzaron a avanzar por el estrecho paso de montaña. El desfiladero era un cuello de botella que impedía al ejército vampírico desplegarse sin dificultad. Los caballeros de la Torre Sangrienta iniciaron su avance seguidos por unos espectros montados en corceles esqueléticos y envueltos en llamas. En su carga lograron espantar a alguno de los "gatitos" de Droggok, pero no alcanzaron las filas de los ogros. Droggok vio aproximarse sobrevolando el bosque que estaba al oeste a un horrendo Varghulf y huyó hasta la atalaya cercana para guarecerse tras sus barricadas.

Entonces los ogros comandados por el Panzafuegos de la tribu se lanzaron contra los vampiros a caballo apoyados por los jinetes de dientes martirio. Tan brutal fue su arremetida que, tras disiparse el polvo, los pálidos cuerpos de los caballeros yacían desmembrados. El ímpetu y la rabia de los ogros les llevó a cargar de nuevo sobre los guerreros esqueletos que defendían el flanco oeste.

Los veteranos comehombres decidieron jugar con sus grandes trabucos de pólvora y abrieron fuego sobre el portaestandarte del ejército. Los proyectiles atravesaron las filas no muertas y destrozaron el cuerpo y el pendón de batalla en una sola descarga.

Desde su carro lleno de cadáveres inquietos, el nigromante que había alzado las huestes para defender el paso decidió lanzar una ofensiva total contra sus enemigos.

Entonces la hueste de jinetes espectrales atravesó las líneas ogras arrancando el alma de un comehombres. Mientras, el
Varghulf voló directamente contra la bestia gélida de largos colmillos que protegía la retaguardia del ejército ogro. Sin recibir ningún contraataque las garras y dientes del degenerado vampiro atravesaron la gruesa piel del monstruo que, a pesar de todo, se mantuvo firme.

La guardia de los túmulos que rodeaba al poderoso Rey Tumulario avanzó tambaleándose hacia los comehombres hasta entablar combate. Y a pesar de las numerosas bajas, ningún bando acabó definitivamente con el otro.

Los zombis se adelantaron para apoyar a los esqueletos y el
nigromante hizo que los muertos se alzaran del suelo para completar las filas de su ejército mientras que una oscura energía imbuía a las huestes no muertas de una velocidad sobrenatural.

A pesar de ello los ogros no trastabillaron y destrozaron las filas no muertas una vez más. Ya nada les separaba del hechicero.

Sin embargo, de entre los matorrales y las piedras comenzaron a aparecer numerosos y repugnantes necrófagos dispuestos a apoyar a su líder.

En retaguardia, el Varghulf asestó un tremendo zarpazo que destripó al colmillos de trueno y después se deleito con la sangre de los jinetes ogros que lo dirigían. Las filas ogras de retaguardia se reorganizaron para resistir el ataque de la bestia alada. Y entonces el maestro carnicero que acompañaba a Droggok trato de invocar todo el poder las Grandes Fauces. El suelo tembló y una gran boca apareció justo debajo del hechicero. Fue engullido entre sus gritos y las alabanzas de sus compañeros a su poderoso dios.

En el frente, los ogros continuaban avanzando y entre los dientes martirio y los ogros de vanguardia acabaron con los necrófagos y mataron al poderoso hechicero necrófilo. Entonces un estallido de energía surgió por todo el campo de batalla y las huestes de los no muertos comenzaron a desmoronarse y convertirse de nuevo en polvo y huesos.

Droggok reorganizó la retaguardia y comenzaron a rodear a los muertos restantes. No obstante, haciendo gala de su falta de sentimientos y miedos, presentaron una férrea resistencia hasta que todos quedaron reducidos a restos inanimados desperdigados por el campo de batalla.

Aunque a un alto precio, la partida de caza de Droggok había logrado abrir una brecha en las defensas vampíricas y había llevado a la tribu de Los Hambrientos hasta el corazón del imperio no muerto.

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