viernes, 27 de enero de 2012

Al amanecer del sexto día mira al este...

Las nieblas que rodeaban el pequeño fuerte abandonado de Bör-Förak, una de las puertas de entrada al antiguo imperio de los Strigoi, comenzaban a levantarse. 

Fortaleza de Bör-Förak bajo asedio
Los orcos habían recibido a Draggak en su fortaleza mientras escapaba de las hordas de Jorum. El ejército del caos había decidido no detenerse ante las fronteras orcas y siguió a Draggak. Draggak ofreció las riquezas de una de las minas del norte a cambio de la protección de los orcos y prometió un contingente de su tribu para defender el fuerte orco y las fronteras de su imperio. Troggol dejó a Draggak como garantía del pacto con los orcos y partió al norte en busca de ayuda en compañía de un pequeño grupo de goblins jinetes de araña. 

Las filas de refuerzos ogros habían llegado al anochecer con un ejército no muerto pisándoles los talones. Estaban sitiados por dos frentes. Tan solo quedaba esperar a los refuerzos que el Caudillo de la tribu orca había mandado llamar. Los animosos orcos y los belicosos ogros no eran el tipo de ejército que se parapetan tras las murallas pero la fuerza enemiga tenía las posiciones bien asentadas y había cerrado el círculo en torno a ellos. De todos modos, venderían caras sus vidas y quizás Draggak pudiera saborear la carne de su enemigo, Jorum el Portavoz de Tzeentch.

Pronto se decidiría el destino de Bör-Förak...

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