sábado, 12 de mayo de 2012

Las sombras se disipan

Cuando Sggluk y sus ogros se adentraron en las minas, el silencio inundaba los corredores excavados en la roca. Tanta quietud ponía nerviosos a los rinobueyes. Al final de uno de los túneles más amplios se vislumbraba un resplandor mortecino.

Cuando llegaron al final del corredor una gran cámara se abrió ante las huestes de los Hambrientos.

Las asquerosas ratas habían dispuesto su ejército creando un círculo defensivo en el centro de la gruta. Al otro lado de la misma, otro corredor oscuro devolvía ecos de pasos y entrechocar de armas.

Pronto la gran cueva se lleno de gritos y gruñidos. Los ogros clamaban sangre. Los orcos vociferaban en su repugnante lengua. Y los skavens chillaban de manera ensordecedora.

Sggluk no estaba dispuesto a aguardar más y lanzó a sus tropas hacia las defensas skaven.

Al fondo de la gruta la masa de pieles verdes comenzaban a aparecer por el túnel. Dos gigantescas arañas y un gigante destacaban entre las huestes de los orcos.

Los ogros avanzaron y justo cuando estaban a punto de descargar una andanada de plomo sobre las ratas. El portaestandarte del ejército skaven levantó su bandera. Un viento extraño y mágico comenzó a entrar por los túneles y a arremolinarse en la cueva. Los sueltafuegos y los escupehierros no acertaron con sus disparos, que eran desviados por el vendaval.

El ejército orco tomó posiciones y aguardó a los skavens mientras que Tiki-wiki lanzaba un hechizo que hizo que la abominación se revolviera entre picores. Los garrapatos espachurradores fueron liberados y se estrellaron contra las filas del ejército de ratas.

Los skavens dispararon su arsenal sin causar grandes bajas. En el extremo de la cueva que estaba al otro lado del abismo que partía la cueva en dos, aparecieron un grupo de acechantes a través de un túnel excavado con un extraño artilugio.

Los ogros decidieron abalanzarse sobre los esclavos skaven con la intención de abrir el camino hacia el centro de la defensa de las ratas. Pero los pesados cañones de los sueltafuegos les impidieron llegar a la refriega. Así que el escupehierros y uno de los dientes de sable se vieron envueltos por la horda de ratas menores. El otro cañón de los ogros disparó contra la Campana Gritona que portaba al vidente gris que lideraba a las ratas. Sin embargo, tan solo consiguió que su tañido hiciera avanzar a los guerreros del clan que la portaban.

Los orcos decidieron avanzar su línea de batalla, con la única intención de arrojar a sus fanáticos sobre la defensa skaven. Multitud de ratas fueron descuartizadas entre los dientes de los gigantescos garrapatos y las cadenas de los goblins desquiciados por el jugo de setas sombreroloco.

Los skavens tuvieron que aguantar la línea frente a los orcos al verse rodeados de fanáticos que giraban sin control. En el otro frente, los guerreros del clan empujaron a su líder y a su artilugio de la rata cornuda hasta estrellarse con la unidad de Sggluk y su lugarteniente. La encarnizada refriega se llevó ogros y ratas por doquier pero si que ningún bando refrenara su ímpetu. Los esclavos caían continuamente mientras que sus atacantes se mantenían en pie entre montones de cadáveres de ratas.

Los orcos decidieron lanzar una nueva ofensiva mandando cargar a los goblins nocturnos contra los monjes de plaga que defendían el puente que cruzaba el abismo. El resto de las huestes decidió frenar su avance para no quedar aplastado por los garrapatos y fanáticos.

Los monjes putrefactos y en descomposición recibieron demasiadas bajas y, viéndose amenazados por múltiples enemigos, decidieron huir para ser descuartizados justo en el momento que una unidad de reserva de las ratas aparecía tras los goblins nocturnos.

Mientras los esclavos eran finalmente aniquilados y sus supervivientes salían despavoridos atacando a sus propios compañeros.

Las tropas del videntes eran rodeadas por los ogros y diezmadas. Pero pronto una araña gigante se unió a la refriega para saciar su hambre.

Los jinetes de dientes martirio confiaron demasiado en sus grandes armas a dos manos y, tras cargar con la otra araña, fueron paralizados y enrollados en una carcasa pegajosa para ser devorados en otros momentos más tranquilos.

Los garrapatos se dirigieron hacia los ogros y diezmaron sus filas tanto como les fue posible, aprovechando para caer sobre los monjes de plaga que huían de la masacre. No obstante, acabaron feneciendo en su locura destructiva al ahogarse con sus propias cadenas.

La abominación fue cargada por los arqueros goblins y la vagoneta de ataque. A pesar de su gran resistencia a las heridas, los arietes puntiagudos del artefacto snotling destriparon a la bestia.

El gigante pisoteó una y otra vez sobre las alimañas que escoltaban al portaestandarte. Diezmando a la unidad que no consiguió causar daños mortales a la bestia.

La masacre había dejado a los skavens destrozados. El vidente, amenazado por la gran araña que se abría paso entre los ogros, decidió aprovechar la bomba de humo de piedrabruja que había comprado al clan Eshin. Entre la confusión y amparado por la furia de su rata ogro
escapó junto a los restos de su ejército por el túnel de los acechantes.

Los ogros, viendo que las líneas de los orcos se recomponían para acabar el trabajo eliminándolos, dieron media vuelta y se escabulleron por el corredor por el que habían entrado.

La venganza por la muerte de Troggol
no había podido consumarse. Y, además, algo decía a Sggluk que se habían granjeado el odio de un nuevo enemigo.

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